martes, 19 de mayo de 2020

RECUERDOS DE MI INFANCIA EN LA CASITA DE LAS MALLAS



En LO QUE ESCONDE EL OTOÑO hay que visualizar esta casa y su compañera, los dos chalets de Las Mallas. En una de ellas, la más distante del pueblo, vivía mi querida amiga Lola García Villazán. ¡Cuánto hemos jugado y estudiado en su salita, en aquellos últimos años de la década de los 70!
La otra casa, en aquellos tiempos, estaba vacía. Los dueños vivían en La Palma del Condado, y un día el padre de una amiga nos montó en el coche a cuatro de nosotras y fuimos a hablar con ellos. Íbamos a pedirles que nos dejaran hacer nuestro Club en su casa. Nosotras la limpiaríamos de arriba abajo, quitaríamos las malas hierbas de delante (la fotografía es muy posterior, pero ahí, entre la verja y la carretera, crecían malvas, jaramagos y hasta ortigas, tan altas que me llegaban a mí por la cintura a los doce años). Increíblemente, los dueños estuvieron de acuerdo y nos la cedieron. Éramos niñas, eran otros tiempos. Nunca llegamos siquiera a beber alcohol en aquella casita inolvidable. Jugábamos al escondite a oscuras, una casa enorme para nosotras solas, era divertidísimo. Hacíamos limonada. Teníamos una biblioteca y una mesa grande para hacer las tareas juntas. Inventábamos historias y las teatralizábamos, cada una hacía un papel. Pero antes de llegar a disfrutarla, la limpiamos de arriba abajo. Trapos y trapos que se ponían negros a la primera pasada. Telarañas por todas partes. Una vieja chimenea llena de hojas secas que se deshacían al tocarlas. Una sola lámpara para toda la casa, con un cable larguísimo. Nos llevábamos mi tocadiscos (todavía lo tengo) para bailar las canciones de Grease, Oxígeno, Las Grecas, Fórmula V... Tan bonita teníamos la casa que aquel verano vino una familia y la alquiló.
En esta casa del Club, vivió Laura, la chica que encontraron asesinada en Las Mallas en 1988. En la de al lado habitaban Juan Pedro y su hija Samara. Después de la muerte de Laura, su padrastro desapareció y su madre no fue capaz de volver a aquella casa. Su hermano Mateo y su familia aceptaron cambiar casa con casa, y son ellos los que habitan allí durante el transcurso de la novela, en 2018. Miriam, hija de Mateo, es la amiga íntima de Aurium, como lo fueran Beatriz y Samara antaño.
Solo un huerto separa las dos casas de la estación...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

FRAGMENTO. 1988 -El maldito hijo de puta… -Rosi solo sabía repetir esas palabras. Primero fueron el llanto y la locura, lo...